Publicidad

Ernesto Rueda Suárez
Lunes 12 de abril de 2021 - 12:00 PM

Palabras inútiles

Compartir
Imprimir
Comentarios

El pasado martes falleció en Tubinga el sacerdote Hans Küng, una de las referencias más importantes en la teología católica del siglo XX. En su juventud fue compinche de otro grande de la teología, el cura Georg Ratzinger, ahora Papa Emérito. Su genio teológico renovador y modernizante los llevó a ser muy influyentes en el Concilio Vaticano II, que marcó decisivas rutas al catolicismo, y en la práctica ha bifurcado el pensamiento católico actual; unos quieren decisiones históricas más radicales, y otros -muy fuertes- quieren mantenerse congelados en Trento o aún antes. Después del Vaticano II, Küng y Ratzinger tomaron caminos muy opuestos, en los que Küng jugó el gran papel de opositor del ala derecha y ultraderecha del gobierno de la Santa Sede; llevando la peor parte, porque él, Küng, siguió siendo el cura y Ratzinger el papa.

Hasta su muerte, Küng mantuvo posiciones de vanguardia para elevar al catolicismo a la altura de los tiempos, y así lo expresó siempre desde la cátedra universitaria -hasta que mereció el castigo infame del silenciamiento- y en su prolífica producción intelectual. En Colombia su muerte pasó desapercibida y silenciada; lo que no es raro, sino lo esperado de una jerarquía anquilosada y esclerótica, con sus excepciones bien notables. No creo que su obra sea estudiada en los seminarios colombianos, tal vez lo sea en las facultades progresistas de Teología. Sus libros están ahí, en librerías, para todos los que quieran entender la historia de las religiones y los problemas más acuciantes del mundo contemporáneo. Es una delicia de lectura. He sido lector de su inmensa trilogía de la historia de las religiones monoteístas, y algunos de los textos más relevantes sobre la ética mundial. Es notable no solo el rigor teológico, sino la preocupación por el trabajo histórico científico. Sus posturas sobre el celibato, el aborto, la eutanasia, el sacerdocio de mujeres, la infalibilidad papal, la renovación de la Iglesia, lo hacen excepcional. Quería morir en Suiza, su patria, por si le tocaba usar su sagrado derecho humano a la muerte digna.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad