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Felipe Zarruk
Sábado 16 de julio de 2022 - 12:00 PM

El bigote de Mario Kempes

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Corría el Mundial de fútbol Argentina 78 y, después de la victoria de Italia ante los dirigidos por César Luis Menotti, los anfitriones tuvieron que viajar a Rosario para jugar la segunda fase del evento orbital frente a los brasileños, los polacos y los peruanos. El onceno albiceleste le había ganado de manera apretada a húngaros y franceses, pero un gol de Roberto Bettega los envió a 300 kilómetros de distancia de su casa habitual que era Buenos Aires y, por supuesto, el estadio Monumental Antonio Liberti. Los goles de Argentina eran escasos y las esperanzas estaban puestas en el cordobés Mario Alberto Kempes, quien por esos años militaba en el Valencia de España. Alguien del seleccionado argentino le dijo a Mario que se rasurara el bigote ya que era mufa, un vocablo que en el diccionario argentino significa mala suerte.

Mario se afeitó entonces el bigote, ya que parecía un primo hermano de los Beatles, y a partir de ahí la empezó a meter. Le hizo dos goles a los polacos, pero también fungió como arquero al evitar un gol estirándose y desviando un balón con su brazo derecho que iba rumbo a la red. Al final, Fillol le atajó esa pena máxima a Deyna y de paso Kempes le daba motivo a los cronistas argentinos para condimentar las páginas de sus diarios con comentarios que escurrían chimuchurri sobre el lomo del ariete, quien había militado en Instituto y Rosario Central en años anteriores. Mario tuvo el arco cerrado ante Brasil en un partido durísimo en donde se dieron hasta con el balde del trapero. Y en el partido contra Perú –recordado por la polémica goleada- la embocó de nuevo en dos ocasiones enviando a los argentinos a disputar su segunda final en copas del mundo ante el fuerte y dinámico equipo holandés.

Esa tarde del 25 de junio de 1978, Kempes se abrió paso como un acorazado inglés de la Segunda Guerra Mundial entre las olas. Así lo describió un periodista de la misma nacionalidad tan pronto terminó la Copa del Mundo en un país que olía a dictadura, miedo y represión. Él solito gambeteó holandeses que más parecían árboles sembrados en los bosques de Palermo. Salió goleador y figura de un mundial que le trajo felicidad y alegría a un pueblo que no atravesaba un buen momento, gracias a Videla y sus secuaces.

En el 2009 tuve la oportunidad de conocerlo y entrevistarlo en el Tomás Adolfo Ducó, que es el estadio de Huracán, gracias a mi amigo Carlitos Babington. Esa tarde lluviosa de octubre jugaban Central e Independiente y él fue a ver al equipo de sus amores. Hablamos de todo y en esa nota Mario Kempes sacó su sencillez y su humildad, aquella que lo ha caracterizado siempre. En Argentina y en el mundo siempre se habla de Maradona y de Messi, pero se olvidan mucho de ‘Marito’ Kempes. Él merece un lugar en la historia y un respeto que se ganó haciendo también dos goles por partido y sobre todo en la final de un mundial. Nos va a visitar el próximo 30 de julio. Esperamos verlo y hacerle saber que él hace parte de la rica historia de los mundiales.

¡Ojalá que venga sin bigote! Gracias por todo, querido ‘Matador’. Un abrazo y hasta la próxima.

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