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Felipe Zarruk
Sábado 17 de septiembre de 2022 - 12:00 PM

La maleta de la vieja

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El viernes 14 de septiembre de 1956 aterrizó un avión en el aeropuerto ‘Gómez Niño’ de Bucaramanga y en el mismo venía el nuevo jugador del Atlético José Américo Montanini quien llegó recomendado por Felipe Stemberg. El ‘judío’ Stemberg conocía a Américo desde que jugaba en River Plate y una tarde se encontró al interior izquierdo en una calle de Buenos Aires y le ofreció venir al Bucaramanga. Montanini le dijo: “Vos estás loco, hace dos años no toco un balón”.

Stemberg siguió insistiendo y convenció al muchacho del barrio Mataderos para venir y reforzar al Bucaramanga. El avión aterrizó después de mediodía y allí lo estaban esperando algunos directivos, uno de ellos era Manuel José Puyana quien en medio del caos y el revuelo que causó la llegada del ariete argentino, le preguntó a Montanini que cuál era su maleta. Américo le dijo que era una maleta amarilla. Don Manuel José, uno de los fundadores del equipo en 1948, salió corriendo y se llevó la primera maleta de ese color que observó en donde se reclamaban los equipajes y salieron volados a los carros y en particular a la camioneta de la panadería La Preferida propiedad de los argentinos Pablo Molina y Norberto Juan Peluffo quien por aquellos años era el técnico del Atlético Bucaramanga.

Lo llevaron al hotel Savoy y luego de los saludos, la firma del contrato y demás protocolos, Américo subió a la habitación y puso su maleta encima de la cama para cambiarse de ropa luego de una ducha antes de ir a cenar y luego poder descansar del largo viaje desde su natal Buenos Aires. Al abrir la maleta, cuál no sería su sorpresa al encontrarse de frente con enaguas, corpiños, calzones, tacones altos, brasieres y otras prendas femeninas. Américo me contó hace años en el balcón de su apartamento de la carrera 37 con calle 44 en medio de las carcajadas que “cuando abrí la maleta y vi calzones y vestidos de vieja, no supe qué hacer, casi me vuelvo loco, ahora estos directivos qué pensarán de mí, ¡a qué clase de jugador contrataron!”.

En medio de la sorpresa, Américo corrió a donde estaban los directivos sentados esperándolo para ir a comer y les contó lo del tema de la maleta. Don Manuel José Puyana tuvo que salir corriendo para el aeropuerto y milagrosamente se encontró a los encargados de los equipajes quienes estaban en compañía de la señora, que aterrada encontró pantalonetas, guayos, calzoncillos y medias para la práctica del fútbol. Asustado y sudoroso llegó al hotel y le entregó la maleta a su dueño quien ya posaba para la foto captada por Vanegas.

El domingo 16 de septiembre de 1956, Américo debutó con gol ante el Tolima y a partir de ahí no paró de enloquecer a los rivales con su gambeta endemoniada y eso le valió el remoquete de ‘la bordadora’ por parte del locutor costarricense Carlos Arturo Rueda C. Américo nunca imaginó que tenía que comprar más ropa y mandar esa maleta al cuarto de San Alejo. De la señora nunca volvimos a saber nada. Ella ignoraba que tenía en su poder la maleta de uno de los jugadores más grandes en la historia del fútbol colombiano. A Ernesto Puyana, el hijo de Manuel José, gracias por alimentar la anécdota de su padre con la maleta de Américo y a Américo quien se encuentra en la clínica delicado de salud, un beso y un abrazo.

Chao y hasta la próxima.

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