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Felipe Zarruk
Sábado 26 de noviembre de 2022 - 12:00 PM

Tenemos que ser campeones

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Querido ‘Bolillo’: A usted lo recuerdo jugando con el Deportivo Independiente Medellín a finales de la década del 70 cuando ese equipo tenía una combinación de jugadores antioqueños, peruanos y argentinos, los cuales jugaban muy bien sin ganar nada. No tengo con exactitud la fecha de su retiro del fútbol activo, porque sin llamarnos a engaños usted no fue un gran jugador. Era rendidor, luchador y guapo, pero no le alcanzó para figurar y ser extrañado en los diferentes estadios de nuestro país. Cuando arrancó su carrera como asistente técnico del doctor Francisco Maturana en Atlético Nacional, ahí fue otra historia. Es más, empezaron a escribirla porque León Londoño Tamayo les ofrece convertirse en los directores técnicos para dirigir la Selección Colombia de mayores y de paso imprimirle un estilo y un sello propio al equipo verdolaga, al cual bautizaron ‘Los puros criollos’.

Tuve la oportunidad de entrevistarlo en 1989 durante las eliminatorias al Mundial de Italia y gracias a usted, a Maturana, a Diego Barragán y a este fabuloso grupo de jugadores, volvimos a una copa del mundo después de 28 años de ausencia. Veníamos de una Copa América espectacular en Argentina, una gira por Europa en la cual dejaron huella y llegaban con viento en la sudadera por la Copa Libertadores que habían obtenido con Nacional.

Al partir cobijas con el doctor Maturana, usted consigue el título de 1991 con el onceno nacionalista manejando una delantera fabulosa comandada por Faustino Asprilla y Víctor Aristizábal. Al volver a dirigir el combinado patrio, realizan la mejor eliminatoria de la historia y arrasan con los argentinos, soltando usted una frase que todavía retumba en todos nosotros: “Nos jodimos ‘Pacho’, ahora tenemos que ser campeones del mundo”.

Para qué nos detenemos en el mundial de Estados Unidos, si los recuerdos todavía lastiman y nos sangra el alma. Su recorrido de ahí en adelante fue bastante bueno, clasifica a Colombia a su tercer mundial consecutivo en 1998, luego lleva a Ecuador por primera vez a un evento orbital y hace algunos años condujo al Medellín a un subcampeonato del balompié criollo. Su hoja de vida es extensa y colmada de éxitos.

Quisiera que primero conociera la triste historia del Atlético Bucaramanga, un equipo que desde 1948 se ha convertido en las lágrimas de un pueblo. Espero me permita regalársela para que usted sepa en dónde está parado, o sentado. Con seguridad va a conocer una hinchada maravillosa, fiel y muy similar a la del Medellín. Es más, por aquí estuvo su hermano ‘Barrabás’ y hasta su hijo vino por estos lados cuando el equipo estaba en la B. No queremos que usted se convierta en una estadística, es decir, que dentro de tres o cuatro meses ya no lo veamos dirigiendo, bien sea por los malos resultados o porque le salió una propuesta del exterior.

Haga lo que hizo en Ecuador, salga a arengar y a calentar el ambiente, arme un buen equipo, solicite refuerzos de nivel y gánese el corazón de una hinchada que clama por una estrella.

Conviértase en el líder de un proyecto, use casco, aliste la linterna, póngase las botas y diga qué necesita. Quisiera saber si ya le soltó la frase a su asistente Édgar Carvajal: “Panzer, tenemos que ser campeones con el Bucaramanga”.

Aquí no sirve si no el título”. El resto es verso. Un abrazo y hasta la próxima.

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