martes, 06 junio 2023
viernes 24 de marzo de 2023 - 12:00 AM

Bucaramanga, ciudad bonita

En algunas reuniones todavía hay personas que recuerdan con horror la llamada “Época de la violencia” durante los gobiernos de Ospina Pérez y Laureano Gómez. Colombia se llenó de sangre, destrucción y aparecieron las guerrillas. La paz total de la que habla el Presidente, Petro es una ilusión. Hoy, a todo lo largo y ancho del país padecemos de graves hechos de sangre, destrucción de propiedades y abandono de los campos por actos criminales. “El primer paso para lograr la paz total ha sido el anuncio del cese bilateral al fuego por seis meses con cinco grupos armados: el ELN, las autodefensas gaitanistas, las autodefensa de la sierra nevada, la segunda marquetalia y el estado mayor central, dicidencias de las FARC”. El representante al congreso Alirio Uribe quien hace parte de la comisión de paz de la cámara considera que el gobierno deberá definir cual, será el alcance del cese de hostilidades, si incluye el secuestro y la extorsión o solo a enfrentamientos armados.

Desafortunadamente el llamado cese de hostilidades fue un sueño porque el país sigue en medio del dolor y la destrucción. Bucaramanga, por ejemplo, se ha convertido en una ciudad peligrosa. Los campos han sido escenarios de crímenes atroces y abandono de la tierra. Para detener esta situación es preciso que los habitantes de las ciudades tomen conciencia de la necesidad de evitar hechos violentos y que las autoridades cumplan con el deber de protección. Es deprimente que en nuestra “ciudad de los parques” o “ciudad bonita” se encuentre asediada por delincuentes y aventureros. Desde las escuelas se debe educar a los niños en la no violencia. Cuando era niño jugábamos armados de “caucheras” y muchos se divertían matando pájaros. Actualmente con los video juegos mantienen la violencia armados de pistolas virtuales donde matan a sus competidores.

En consecuencia, nuestra Bucaramanga otrora con calificativos agradables sobre su belleza, hoy padece de agresiones y atropellos contra sus habitantes. La congestión en las calles, especialmente en el centro desdibuja totalmente los viejos apelativos. Por otro lado, las aceras se encuentran llenas de vendedores ambulantes en una verdadera anarquía. El recuerdo de nuestra ciudad de la niñez nos entristece porque hoy la ciudad de nuestras añoranzas no es modelo de seguridad y belleza.

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