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Viernes 10 de septiembre de 2021 - 12:00 PM

El amor, de lo particular a lo general

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Todos vinimos a la Tierra con un solo propósito: aprender a amar. Sintetizaré algunos apartes de la enseñanza de mi maestro Gerardo Schmedling para hacer consciente ese camino del amor. Aprendemos en tres etapas que se desarrollan paralelas a la evolución del ser. Desde el cuerpo físico se cree que enamoramiento es amor. Pero este estado de excitación procede es del instinto animal de reproducción. Sentir una intensa atracción sexual es la forma de reconocer la compatibilidad genética con una posible pareja, es el grito interior de alerta: “con ella salen los hijos bien”. Pero una relación basada en lo físico no sobrevive mucho tiempo si no hay sentimientos involucrados. Cumplido el trabajo y nacido el retoño habrá otras posibles parejas genéticamente compatibles.

En la segunda etapa la mente se ha fortalecido y concibe el amor como el agrado de compartir en pareja gustos y afinidades, pero habrá otros aspectos donde no coincidan las aficiones y allí vienen los conflictos. Para otras personas, orientadas mentalmente hacia el poder y el dinero, las uniones matrimoniales son negociables. Esto conlleva el peligro de la incompatibilidad genética, cuyos resultados lamentables se manifiestan en algunos de sus vástagos.

El amor universal es la culminación y la llave de la felicidad. Dice Gerardo: “el Amor incondicional abraza a toda la vida en todas partes y transforma al individuo. Ese amor no es un sentimiento, ni tampoco sucede espontáneamente, sino que requiere de un esfuerzo voluntario para superar las limitaciones del ego. Amar incondicionalmente significa: Aceptar: renuncio a querer cambiar a los demás. Asumir: renuncio a culpar a los demás y asumo mis experiencias. Actuar: Renuncio a agredir, actúo con serenidad y eficacia. Agradecer: Renuncio a sufrir por las dificultades y agradezco lo que aprendo de ellas. Valorar: Renuncio a quejarme de lo que tengo, lo disfruto. Respetar: renuncio a juzgar a los demás y a interferir en sus destinos, los acepto. Adaptarse: renuncio a huir del lugar que me corresponde y me adapto a él”.

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