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opinion/columnistas/hortensia galvis-ramirez
Viernes 05 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

El segundo nacimiento

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Estamos viviendo una transición entre dos mundos y acercándonos cada vez más al cambio dimensional, que transformará nuestra historia. Desde la década de los ochenta nuestro planeta ha estado recibiendo pulsos de energía, de frecuencias progresivamente más elevadas, que hemos venido asimilando convenientemente. Con ello la frecuencia de vibración del planeta ha ido subiendo hasta los niveles actuales, que nos colocan en la frontera entre la tercera y la quinta dimensión. Todo en el universo es energía y la materia, con la que está hecho nuestro cuerpo, es energía coagulada en su más baja frecuencia. Ocurre con el hielo, cuando la temperatura sube a 0 grados el agua sólida se vuelve líquida, y se convierte en vapor cuando alcanza los 100 grados. En la misma forma nuestros cuerpos se transfigurarán cuando la frecuencia de energía del planeta rebase los límites que nos mantienen constreñidos a esta tercera dimensión.

¿Qué es lo que nos espera? Alcanzar el estado de ser para el cuál fuimos creados y que perdimos cuando caímos en las redes del maligno. Volveremos a tener nuestro ADN original de 13 codones y nuestra consciencia se abrirá a la vida multidimensional. Despertaremos a un mundo nuevo con un cuerpo físico menos denso que no admite ni enfermedad, ni vejez y todas nuestras necesidades estarán cubiertas. Nuestra percepción se ampliará, la visión pasará a ser clarividencia, la audición, clariaudiencia, y nos comunicaremos por telepatía. Ese será nuestro segundo nacimiento, no un parto a través del dolor, sino un éxtasis sublime de amor.

Esto no es imaginación sino realidad, para la cual muchos nos hemos estado preparando. La Tierra ya está tomando la nueva espiral que le corresponde y nada podrá detenerla, se transformará con quienes deseen acompañarla. Aquellos, a quienes el miedo paraliza, traten de no rechazar esta oportunidad única, suelten los recuerdos de un pasado que no se repetirá, generen la perfecta confianza en la Sabiduría Divina y salgan de la mente para entrar en el corazón. Recuerden: la mente piensa, pero el corazón sabe.

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