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Hortensia Galvis Ramírez
Viernes 22 de octubre de 2021 - 12:00 PM

Existe la libertad

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Tenemos libertad, pero es limitada porque se aplica solamente a la posibilidad de escoger interiormente nuestro propio camino. De forma consciente o inconsciente usamos nuestro poder creador cuando emitimos las vibraciones que acompañan las acciones de pensar, soñar despiertos, hablar, o tomar decisiones y esta energía lleva implícito el potencial de materializar resultados. Las creaciones son libres, pero no tenemos control sobre los resultados porque, igual que ocurre en la naturaleza, la cosecha depende de cuáles semillas hayamos sembrado.

Por el contrario, no tenemos libertad para alterar el escenario exterior, marco de nuestras experiencias. Este puede ser transformado solo indirectamente cuando hacemos un cambio dentro de nosotros mismos y, por correspondencia, se modifica también el ámbito que nos rodea. Nosotros no tenemos la potestad de cambiar el pensum de nuestra escuela planetaria donde adquirimos sabiduría como estudiantes en proceso de evolución. La Tierra nos ofrece un entorno neutral que reúne todas las posibilidades, de allí cada uno atrae las lecciones que le corresponden, según sea su nivel evolutivo. El método más eficaz de aprendizaje es la repetición, por ejemplo: un personaje iracundo donde vaya encontrará un trapo rojo para embestir, hasta que llegue el día en que él mismo tome consciencia y disuelva su ira.

Una vez terminado un ciclo educativo surge la necesidad de un cambio exterior, entonces nacen aquellos seres que traen las condiciones para iniciar una nueva fase. Es el caso de: Mahatma Gandhi o de Simón Bolívar, quienes, apoyados por el universo, pudieron concluir exitosamente su gestión libertadora. Sin embargo, completada su tarea, ellos continuaron políticamente activos cuando ya no les correspondía y, en respuesta, su destino se tornó muy adverso. Al contrario: Mijaíl Gorbachov, logró derribar, en forma puntual y certera, un régimen político arbitrario y déspota y, en vez de estacionarse a recibir honores, se retiró calladamente del escenario público. Su actitud fue luego recompensada con una vida larga y tranquila. ¡Ojalá nuestro ilustre expresidente Uribe, con un simple acto de soltar, pudiera también evitar su inútil sufrimiento actual!

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