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Jaime Forero Gómez
Viernes 25 de septiembre de 2020 - 12:00 PM

Cerebro del niño

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La pandemia y el confinamiento nos han obligado a cambiar costumbres, dietas, ejercicios, salidas y cosas diversas, que antes no pensábamos fueran necesarias.

Ahora debemos cuidarnos más, pues la posibilidad de contagio es elevada y no sabemos en qué momento, puede reactivarse la infección. A lo largo de los meses hemos comentado la importancia de cambiar hábitos y costumbres, compartir en familia, comer diferente, ser felices para soportar los meses venideros.

Antes mencionábamos que los niños estaban felices por compartir con los padres, pero hoy, se ha incrementado el grado de alteraciones emocionales secundarias al encierro, no entender lo que pasa, no poder asistir a los colegios y exceso de “pantallas”.

Como padres y profesores y en época de excesiva virtualidad, hemos olvidado los principios fundamentales para conseguir un crecimiento y desarrollo cerebral adecuado que nos permita enfrentarlos a un futuro mejor.

Para un desarrollo adecuado es necesario tener comida saludable, aire libre, sol, ejercicio exterior, espiritualidad, diálogo y comunicación con el niño, estímulos, música y otras actividades lúdicas. Estos estímulos son esenciales para lo que denominamos arborización sináptica, es decir la ramificación, crecimiento y conectividad progresiva de millones de neuronas, encargadas del desarrollo de cientos de habilidades y procesos esenciales cerebrales, para llegar a ser adultos sanos y exitosos. En forma voluntaria he querido tocar el tema del estrés por aparte, situación que en muchos hogares no se está manejando. El estrés crónico tóxico es causal de cientos de alteraciones a nivel del desarrollo cerebral en áreas dedicadas al manejo de actitudes y emociones del niño. Hay muchos niños afectados y padres desorientados en el manejo emocional del niño, carentes de comportamientos y emociones que protejan el desarrollo cerebral. Este estrés tóxico puede producir a largo plazo, lesiones físicas en áreas cerebrales encargadas de emociones. Es hora que como personal de salud desarrollemos e implementemos estrategias de protección cerebral en el niño, asesorando a los padres y profesores para su ejecución y no pensar solo que la vida es una pantalla de computador, que bloquea el desarrollo cerebral al disminuir la arborización y conectividad neuronal cerebral.

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