En columnas anteriores he hecho referencia a los graves riesgos -asociados al caos climático mundial- que amenazan a Cartagena. En columna titulada “¿Cartagena se inunda y además se hunde?” (09/29/2021) citaba publicaciones (Basic Cartagena) que plantean que, por el aumento del nivel del mar, se multiplican las inundaciones. Pero que -además- la ciudad tiende a hundirse en el suelo, lo que agrava la situación. Estuve en Cartagena las semanas de Navidad y Año Nuevo y el problema es cada vez más evidente. Fenómenos que podrían llevar a la desaparición de este y otros centros urbanos del país y el mundo; localizados en islas y zonas costeras, como señalaba en columna de julio 26/2017.
En la página “Cartagena Competitiva y Compatible con el Clima (Plan 4C)” se señala: “Los principales fenómenos climáticos que amenazan a Cartagena incluyen la elevación del nivel del mar y eventos extremos como mares de leva, lluvias torrenciales y veranos intensos; los cuales históricamente han causado desastres y daños a los habitantes, a las actividades económicas y al patrimonio histórico”. También: “olas de calor” y “mayor frecuencia de huracanes en el Caribe”. Las noticias reflejan la situación. El cuerpo de bomberos de Cartagena informó que durante el 2021 se registraron 2.246 emergencias, relacionadas con incendios en viviendas, incendios forestales, casos de abejas, entre otras. El cuerpo de salvavidas, por su parte, informó que durante el 2021 rescataron 149 bañistas en las playas de la ciudad y se reportaron seis ahogados. Un día que caminaba por las playas pude observar el valeroso rescate de uno de estos bañistas que estaba a punto de ahogarse, arrastrado por las fuertes corrientes.
El Plan 4 C plantea estrategias como la adaptación al cambio climático e iniciativas para la protección de las playas; a través de construcción de espolones, rompeolas y otras acciones. El presidente Duque sancionó la Ley de Acción Climática (12/22/2021) que plantea -entre otros compromisos- restaurar un millón de hectáreas, aumentar el número de vehículos eléctricos, reutilizar las aguas residuales domésticas y “tener mínimo el 30 % de los mares y áreas continentales bajo categorías de protección o estrategias de conservación”. Esperemos que esta ley vaya acompañada de acciones orientadas a resolver problemas concretos y a cambiar el insostenible antimodelo de desarrollo que sigue Colombia.
