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Jorge Gómez Duarte
Martes 03 de marzo de 2020 - 12:00 PM

Bucaramanga-San Gil

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Nuevamente tenemos una avalancha en Santander, esta vez en Piedecuesta, ahora con pérdida de vidas humanas, daños materiales y afectación de vías, que mantienen incomuni-cada a Bucaramanga con el sur del departamento. Aunque estos fenómenos naturales es difícil predecirlos, si existen medidas para mitigar los riesgos, en especial para las personas que habitan en cercanía de las cañadas y corrientes de agua. Hay normas que obligan a dejar espacios libres de construcciones a cierta distancia de la cota de inundación y debemos educar a nuestros campesinos y patrones para que se apliquen en el área rural. La comodidad de tener agua cerca lleva con frecuencia a la gente del campo a construir sus viviendas junto a los arroyos, sin medir las consecuencias que pueda tener en sus vidas y bienes una creciente de agua, pensando que estas nunca van a ocurrir.

Aunado a ello, la deforestación de las laderas y la pérdida de capa vegetal por la erosión de los suelos, propician una baja absorción y un descenso rápido y abrupto de las corrientes, en caso de torrenciales aguaceros, arrastrando todo lo que encuentran a su paso. Esto también nos obliga a pensar en mayores incentivos para la reforestación de las zonas arrasadas, con árboles maderables que fertilicen a largo plazo los suelos y ayuden a palear este tipo de desastres.

Finalmente, no podemos continuar comunicándonos por carreteras construidas en el antaño, cuando las especificaciones eran otras y lo importante era poder pasar. Admiro la ingeniería de entonces al ser capaces, con una limitada tecnología, construir la vía entre Bucaramanga y San Gil, en especial en el tramo Curos –Pescadero. Ella corre por un estrecho cañón, entre montañas rocosas junto al Río Manco, que además de angosta, solo tiene una banca de escasos metros, en algunas zonas sin muros de contención que amortiguen en forma adecuada el golpeteo de las aguas contra la banca. Por esta vía transitan en sus horas pico cerca de 450 vehículos por hora, los cuales, según estudios de la ANI, un 50% corresponden a vehículos pesados.

Lo ocurrido en esta oportunidad no es extraño, varias veces lo hemos vivido cuando se derrumba la banca y la vía. Te-nemos que buscar soluciones de fondo, indudablemente muy costosas, pero que den una solución definitiva y permitan tener una vía amplia y sin mayores tropiezos. Por ahora sera necesario aceptar los remiendos.

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