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Jorge Gómez Duarte
Martes 12 de enero de 2021 - 12:00 PM

La crisis de las Democracias

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Después de pregonar por muchos años como ideal los gobiernos democráticos, cada día vemos con más preocupación el debilitamiento de este modelo y el avance de regímenes totalitarios que aprovechan esa pérdida de credibilidad para asumir liderazgos políticos, con base en propuestas de cambio y críticas en el ejercicio del poder, cuya base fundamental está en la ausencia de la razón de ser de la política, cual es el bienestar común.

Indudablemente el modelo democrático, planteado como una forma de gobierno cuyos dignatarios eran elegidos por los ciudadanos con total libertad y máxima participación, y los escogidos guardaban unos principios y contaban con unas virtudes a toda prueba, fue un modelo exitoso en el pasado, pero con el paso del tiempo, cuando se introdujeron los intereses económicos individuales y grupales en el manejo del gobierno y se perdió el interés común como base fundamental del ejercicio de la política, sumado a la apatía ciudadana, el modelo democrático fue perdiendo vigencia.

Hoy, vemos con preocupación en todo el mundo una serie de gobiernos emproblemados, con dificultades de gobernabilidad, situaciones fuera de control y pérdida de credibilidad; aunado a una apatía en la participación en los procesos electorales por parte de las mayorías poblacionales, quedando ellos en manos de minorías muy activas, que van tras sus intereses personales.

Creíamos que esto solo pasaba en los paises subdesarrollados, pero no es así, lo habiamos visto hace poco en Chile, igualmente en menor proporción en Europa y lo acabamos de ver en los Estados Unidos, donde creíamos existía una democracia perfecta, pero los intereses personales de un presidente, que con sus deseos de aferrarse al poder y con un apoyo económico inmenso, quiso desconocer un proceso democrático de elección, cuyo ganador, igualmente impulsado por sectores económicos, ganó legitimamente las elecciones.

Es dificil tener una democracia perfecta en un sistema capitalista, pero el totalitarismo es peor que la enfermedad. Será necesario repensar los sistemas democráticos y adecuarlos a la modernidad, manteniendo a cualquier costo el principio fundamental de cualquier gobierno, la búsqueda del bien común.

Será necesario buscar mecanismos para controlar la injerencia de los intereses individuales y el protagonismo malsano de los capitales en los resultados electorales, porque ellos, juntos, cada día irán destruyendo más la democracia y dando espacio a la implantación de modelos de gobierno que mantienen la gobernabilidad y el control con base en la represión, la violación de los derechos humanos y la coartación del libre pensar y decidir, entre otros.

En nuestras manos está el futuro de las próximas generaciones.

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