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Libardo León Guarín
Lunes 18 de octubre de 2021 - 12:00 PM

Oídos sordos

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Desde la Colonia española se usa el “se obedece pero no se cumple”, como comportamiento social para desmontarse por las orejas, pero también como explicación sociológica a la ausencia de Estado; en el lenguaje cotidiano equivale a las palabras al viento, al “dejar que digan”; y en la cultura colombiana en formación, si es que se puede hablar de una unidad cultural nacional, es el “¡Me importa un carajo!”. Tal proceder social viene haciendo carrera a tal punto que frente a peligros colectivos en los cuales se insiste e insiste, con el fin de formar nuevos comportamientos, se reciben como oyendo llover sobre mojado. Veamos casos sobre asuntos tan apremiantes como la defensa del planeta tierra; por ahora no tenemos otra casa afuera.

Leo en este diario (14-10-21, pg. 8A) un auto de la CAS que dispone “Admitir la solicitud de permiso de vertimientos de aguas residuales industriales a un caño innominado, que serán generadas por el lavado de automotores del lavadero y parqueadero Los Pomarrosos ...., con un caudal de 0.6 l/s y un tiempo de descarga de 9/h día ....”; al día siguiente (pg. 9A) otro donde “se solicita el permiso de emisiones atmosféricas para el funcionamiento de un molina (sic) y trituradora de piedra caliza ubicado en .... Curití”. ¿Todavía con esas, después de años de llamados perentorios y amenazas sobre el futuro del medio ambiente, deteriorado por siglos ya casi sin remedio? Alguna explicación hay que encontrar para responder al porqué en nuestra cultura hay quienes así actúan, con la complacencia de entidades creadas para todo lo contrario.

No cabe duda que la formación es clave para entenderlo; en la cosmovisión que se trasmite en las familias, en los medios, en la educación escolar, hay elementos sustanciales que orientarán los comportamientos sociales de los ciudadanos; uno de ellos es el proyecto de triunfo personal como meta, medido por el éxito económico, independiente de los efectos colectivos de esa conquista individual, además rápida, con una visión precaria del futuro, por no ir más allá del de la familia inmediata; “y el que se queda atrás que arríe”. Por ese camino llegamos al deterioro del medio ambiente –contaminación de aguas, polución, quemas-, al narcotráfico, al despojo de tierras, a la corrupción. “Pero no hay peor sordo...”

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