Publicidad

Libardo León Guarín
Lunes 09 de agosto de 2021 - 12:00 PM

Patologías sociales

Compartir
Imprimir
Comentarios

Compartir

Que para realizar un partido de fútbol, además con aforo reducido por la pandemia, haya que disponer de 500 policías para que los hinchas asistentes no se agarren a correazos o que para tratar de ordenar el caos en la movilidad urbana, lo mismo que para reducir la inseguridad en todas partes o a sus “justas proporciones” -decía un expresidente-, se tenga que acudir a toda una parafernalia de agentes, cepos, comparendos, operativos, insultos, cercos, sirenas y hasta aumento de cupos en las cárceles ya de suyo hacinadas, es sintomático de algo más necesario que mano dura. Son patologías sociales cuyos efectos visibles ocultan el trasfondo de problemas sociales, inveteradamente desatendidos.

Necio insistir en ir a las causas como lo propone la lógica científica, la misma empleada en la medicina con las patologías del cuerpo, en los problemas medio ambientales urgidos de controles y hasta con desprendimientos de cuerpos celestes orientados hacia el planeta tierra. Acudir a solucionar efectos, no es que sea inocuo pero sí puede ser tardío. En Colombia pareciera que, aunque ya hablamos de posmodernidad, validando solo lo presente e inmediato, nos saltamos la modernidad que introdujo la visión de la vida como es, conducida por los seres humanos, sin desgracias o bendiciones de dioses castigadores.

Solucionar patologías sociales por lo general multicausales, no es cuestión de semanas sino de procesos formativos insistentes, continuados, que no dependen de funcionarios transitorios. La agresividad que estamos observando en calles y estadios, incentivada además con el consumo de estupefacientes que al parecer se consigue en tribunas con hinchas fanatizados de sectores socioeconómicamente más bajos de la población, es innegable que tiene que ver con el desempleo creciente, con regionalismos insensatos y con fallas en formaciones que partan hasta del origen urbano del deporte, vistas secuelas patológicas sociales de la Revolución Industrial, que nació como actividad de tiempo libre y no para librar guerras ajenas. Pero no conozco responsabilidad social alguna para que el negocio del fútbol emprenda siquiera campañas para formar a quienes les compran la boletas.

Adenda.- Triste el abandono del patrimonio cultural inmaterial y material en nuestro medio. Lo acontecido con las iglesias de Páramo y Confines es muy diciente. El pragmatismo de los santandereanos no puede llegar hasta creer que lo único válido es echar “palante”.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad