Creí, que tendría la oportunidad de vivir un huracán como el que se anunciaba en Orlando EE. UU., así como tuve la esperanza de ver un presidente santandereano en el palacio de Nariño. En los dos, me quede mirando un chispero: el ingeniero cambio de dirección, no sabemos por qué; y el que iba a ser un fenómeno meteorológico de lo más severos, cambio también, esto si se supo por qué: un viento fuerte venía del norte le cambio su rumbo, ahora al noreste entraría por la vecindad al Cabo Cañaveral al mar y no pasaría sobre Orlando.
Este espeluznante fenómeno, tenía un ojo de aproximadamente 30 millas, el que pasó por Orlando, hace unos, años Charly era pequeño fuerte pero muy rápido, IAM era lento, más que tramitar una ley en el congreso, hubiese demorado creando desastres a diestra y siniestra, como se ha visto.
Ya me habían advertido: si sentía muchos ruidos y movimientos en el techo, la parte más segura era el baño que tenía al lado, a él iríamos 3 personas y Javier y Lorena irían al de su alcoba. Nos acostamos sin tener noticias de IAM solo estaba destruyendo lo que encontraba a su paso, las casas aquí son térmicas y eso las hace débiles. Por eso tanto destrozo.
Si, llovía a cántaros el presidente de los EE. UU. dijo que este parecía ser el aguacero de trescientos años. Temprano, veíamos el movimiento de los árboles y las calles inundadas, la buena noticia era su la de su nuevo rumbo, solo nos darían los vientos del borde izquierdo que es el lento y además había reducido su categoría al entrar a tierra. Su categoría antes era de cuatro y por la velocidad del aire que llevaba le faltaban 5 millas/hora para llegar a 5. Los presagios que tuvimos, era lo más grave que le hubiera pasado a Orlando.
El miércoles y jueves Orlando era una ciudad dormida y triste, sus calles eran intransitables, esto parecía una Venecia, había carros casi tapados por el agua, los lagos los que son muchos, se desbordaron.
Esperemos que lo mismo sea con Petro, solo el miedo y la mojada no más.