El metaverso será la respuesta para evadir las cada vez más duras realidades del mundo real.
Hace unos años un amigo cercano me decía que Colombia, como país extraordinario que es, da la impresión de no cambiar en plazos de década, al tiempo que cambia radicalmente en cuestión de meses. Este fenómeno de volatilidad de corto plazo en el cual las tendencias de largo plazo son predecibles, como dirían los financieros, esta por cambiar en la tercera década del segundo milenio, por factores externos claramente predecibles para los estudiosos de la historia.
Primero, después del siglo XX que estuvo plagado de guerras mundiales, nos enfrentamos a un descanso de 75 años en los que apenas hubo escaramuzas locales como las guerras de Vietnam, Corea, Siria y Afganistán. La generación de los ‘baby boomers’ estuvo expuesta a períodos de relativa calma dentro de la guerra fría, mientras que las generaciones más recientes apenas tienen referencia de las épocas bélicas por medio de los libros.
Segundo, para muchos colombianos, la inflación de doble dígito es un fenómeno nunca vivido. Ante el impacto de la pandemia y de la guerra en Ucrania, que parece va a prolongarse por un largo tiempo, la expansión monetaria en la mayoría de los países del mundo y la disrupción de la oferta de derivados del petróleo y el gas, así como de los alimentos de la despensa de Europa, harán que las condiciones de vida se degeneren por primera vez en muchos años.
Tercero, como consecuencia de los dos anteriores, habrá un cambio en el humor de los humanos, que virarán hacia un ambiente de mayor desconfianza y por lo tanto de menor generación de bienestar, que se manifestará, cómo ha sucedido en la última época, en crecientes manifestaciones contra el establecimiento.
En este nuevo entorno, la población mundial empezará a evadir la realidad, y que mejor para eso que el prometido metaverso que incrementará la alienación de la sociedad, acercándose cada día más a las de los mundos de Fahrenheit 451 de Ray Bradbury o el de Un Mundo Feliz de Aldus Huxley. Poco a poco las profecías del pasado se hacen realidad.
