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Mauricio Cabrera Galvis
Sábado 31 de julio de 2021 - 12:00 PM

La Iglesia y la Eutanasia

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Vuelve a agitarse el debate sobre la eutanasia en Colombia, esta vez por cuenta del avance de una nueva sentencia de la Corte Constitucional y de la sorpresiva respuesta de los obispos colombianos. Ambas abren nuevas esperanzas para personas y familias enfrentadas a situaciones dolorosas e irreversibles.

La Corte reiteró su posición de que toda persona tiene la libertad y el derecho a elegir una muerte digna, y que el personal médico que lo ayude a morir no comete un delito cuando se cumplen ciertos requisitos. El avance de la nueva sentencia consiste en ampliar los casos en que puede solicitarse la eutanasia, permitiéndolo también a pacientes con enfermedades incurables, aunque no terminales, como por ejemplo el Alzheimer.

Las reacciones frente a la nueva doctrina eran previsibles. De una parte, aplausos de quienes propugnan por un Estado donde no se imponga a nadie vivir según las creencias de otros, por respetables que sean; de otra, críticas de quienes piensan que la vida de los demás debe sujetarse a su propia fe.

Paradójico que así como en Estados Unidos algunos de los más fieros opositores al aborto son los más fervientes partidarios de la pena de muerte, acá algunos de los opositores a la eutanasia propugnen también por el porte de armas con la posibilidad de matar a otros. Para estas personas uno no puede disponer de su propia vida, pero si de la de los demás.

El comunicado de los obispos rechaza la eutanasia, pero es positivo su espíritu de diálogo que ni menciona el usual argumento de que Dios es el único que puede decidir sobre la vida y la muerte. Después de mucho siglos en que la Iglesia se alió con los poderes terrenales para matar por sus propias manos –como en la Inquisición- o justificar que los gobiernos mataran, carecía de sentido invocar ese argumento.

Por el contrario su posición es plantear consideraciones sobre el tema para contribuir al diálogo “en medio de la realidad democrática y pluralista de nuestra nación”. En el espíritu de misericordia que ha predicado el Papa Francisco señalan que las condiciones de grave enfermedad “deben afrontarse con profunda delicadeza y respeto, ya que son situaciones dolorosas, que ponen a prueba a la persona en su integridad y a su entorno familiar”.

Se destaca también el llamado a la solidaridad y el cuidado de los enfermos, por la familia pero sobretodo por el deber del Estado de brindar los cuidados paliativos, especialmente a los más pobres. Su esperanza es que esta solidaridad haga declinar la intención de terminar con la propia vida.

En mi modesta opinión el rechazo tajante de los obispos es a la eutanasia impuestas por terceros, lo que comparto, pero que se han acercado a conceptos teológicos como el de Hans Küng, quien sostiene que Dios nos ha dado la libertad hasta para decidir sobre nuestra propia muerte.

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