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Miguel Angel Pedraza
Sábado 28 de marzo de 2020 - 12:00 PM

Crisis y emergencia carcelaria

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Hablar de crisis carcelaria en Colombia es casi que una redundancia. Es repetir una historia que viene sucediendo desde hace 40 años, o si se quiere, desde hace 20, cuando la Corte Constitucional declaró el “estado de cosas inconstitucional” en las cárceles del país. Y desde entonces para acá la situación sigue siendo la misma, a veces peor.

El hacinamiento, las malas condiciones sanitarias, las infrahumanas condiciones de vida y la corrupción, entre otras, son varias de las causas generadoras de la permanente crisis en los centros penitenciarios, sumado todo ello al exagerado “populismo punitivo”, creyendo erróneamente que a punta de derecho penal y de penas severas se logran solucionar todos los males de nuestra sociedad.

Y ahora que estamos en esta tragedia mundial y nacional, volvimos a decretar la “emergencia carcelaria”, solo que esta vez fueron necesarios 23 muertos y más de 80 heridos por cuenta de los gravísimos disturbios del pasado fin de semana en la cárcel “Modelo” de Bogotá.

Y después de los muertos y los heridos, y del parte de victoria del Gobierno porque nadie se fugó, se decidió declarar una emergencia para hacerle frente a la crisis. ¡Una emergencia carcelaria de papel!

El asunto es más de fondo. No basta autorizar al Inpec para hacer traslados de reclusos, pues eso no soluciona nada. Se necesitan transformaciones de fondo, muchas, pero la primera y la más necesaria es la de tratar a los reclusos como seres humanos, respetando sus derechos y garantías en el marco del proceso y en su confinamiento en prisión. Si la “dignidad humana” no se respeta, lo demás será letra muerta.

La “emergencia carcelaria” decretada no será buena en este crítico momento si no se acompaña de una necesaria excarcelación, que algunos expertos han llamado sanamente como “excarcelación humanitaria”.

Recomiendan que puedan salir de la cárcel quienes hayan cumplido la mitad de su condena, los mayores de 60 años y también los condenados a penas inferiores a cinco años.

Y además que se haga uso, hoy más que nunca, de la prisión domiciliaria, la detención residencial y de las medidas no privativas de la libertad. Sanas medidas en época de crisis, antes de que todo sea una tragedia. ¡Las esperamos!

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