Publicidad

Miguel Angel Pedraza
Sábado 16 de enero de 2021 - 12:00 PM

Embriagados de poder

Compartir
Imprimir
Comentarios

No parece haber iniciado bien el año para varios funcionarios de la Alcaldía de Bucaramanga. Por el contrario, empezó muy mal, pues fueron pillados de parranda en las festividades navideñas, violando el toque de queda y la ley seca imperantes por entonces. Y como producto de ese abuso, tuvieron que dejar sus cargos.

El asesor Ángel Galvis, el jefe de control interno disciplinario, Andrés Villalba y el renombrado contratista Diego Gallardo y su pareja, la también contratista Andrea Garzón, entre otros, se fueron de fiesta, pidieron abrir una discoteca para ellos y sus compinches, y disfrutaron de lo lindo sin importarles las medidas restrictivas impuestas desde la alcaldía, su alcaldía, para contener el rebrote del virus. Ellos gozando y la ciudadanía aguantando el encerramiento. ¡Mala cosa!

Fueron irresponsables, indudablemente; se convirtieron en infractores, claro que sí; pero sobre todo fueron incoherentes e inconsecuentes, pues mientras el alcalde Cárdenas exige a la ciudadanía respeto por las medidas y mucho autocuidado, ellos decidieron ignorar esas órdenes y descuidarse, impulsados por el goce y la jarana, y obvio, aprovechando su condición de altos funcionarios, posando como si fueran los dueños de la ciudad. ¿Eso de abrir una discoteca solo para ellos parece como mafioso, verdad?

Y de otro lado está el mal ejemplo, algo que se exige con mayor rigor a los funcionarios que representan la institucionalidad, quienes deben ser los primeros en obedecer la ley y acatar las órdenes. Pero no, los muchachos prefirieron la farra y arrastrados por su vanidad, abusaron de un efímero poder. ¡Se equivocaron estúpidamente!

Esos muchachos pertenecen al denominado “kínder” de la alcaldía, un grupúsculo de jóvenes bien preparados pero que han dado muestras de inmadurez y soberbia, que se sienten poderosos, aunque carecen de humildad y discreción. En su discurso se autoproclaman como las “nuevas ciudadanías”, pero están demostrando que eso no pasa de ser un eslogan.

Lamentable tanta arrogancia mezclada con ingenuidad, pero más lamentable que esos jóvenes desaprovechen una excelente oportunidad para destacarse en el ejercicio de lo público. Y todo por una rumba.

De reconocer, eso sí, su contrición para aceptar la falta y renunciar. Otros ni siquiera se sonrojan. No se trata de lapidarlos, claro que no, pero al menos que les quede la enseñanza: “La soberbia no es buena consejera”.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad