Hoy vivimos una realidad sembrada de incertidumbre: asesinatos, masacres, desapariciones, falsos positivos, violación de derechos humanos, junto a la corrupción y la violación de los principios del Estado Social de Derecho y de la Constitución del 91. No hay día de descanso. La muerte persigue la palabra y la somete. Más de veinte años de una política del miedo y las mentiras.
Un gobierno con una política económica que solo ha contribuido al crecimiento de la desigualdad y la pobreza. Más de medio millón de niños desnutridos; una política minero energética, que ha llenado de miseria los territorios, y que ha contribuido a la destrucción del medio ambiente, desalojando las comunidades de sus territorios y contaminando las fuentes de agua, sustento fundamental para la vida; así mismo se han deforestado en estos últimos cinco años, más un millón y medio de hectáreas, sin que el gobierno tome las medidas que detengan la masiva destrucción de bosques y selvas de nuestro país.
En nuestro territorio, imponen el fracking, en Puerto Wilches y la explotación minera en el páramo de Santurbán por parte de Minesa; proyectos que se han podido detener gracias a las movilizaciones sociales y a los recursos jurídicos.
Somos todos hijos de la tierra. Estamos enraizados con la naturaleza. Sentir el territorio y recuperar la dignidad y la conciencia histórica, profundizar y conocer la realidad que responde a un estado totalitario, nos permitirá elegir el camino hacia la libertad y la vida. A los otros, los que no quieren entender el momento histórico que vivimos, están las palabras de Dante Alighiere, en la Divina Comedia: “El más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral”.
Hoy el gobierno utiliza todos los medios por tratar de impedir el avance de una multitud que día a día crece. La verdad y el conocimiento de su realidad, fortalecen el camino hacia una democracia plena, donde la vida sea el fundamento de todo.
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