En la última revista Credencial aparece una interesante y valiosa entrevista hecha al director de GAIA Amazonas, Francisco von Hildebrand, un experto ecólogo con formación en antropología, quien sin ningún apasionamiento o retórica barata nos ilustra sobre los problemas ambientales que están afectando al mundo y en particular a nuestro continente, por culpa, entre otras cosas, de la deforestación.
Al ser preguntado si existe una relación estrecha entre el COVID y la deforestación respondió: “...Está 100% ligado. Estas pandemias no se dan porque sí, sino por alterar ecosistemas críticos...”
Y complementa señalando que si el coronavirus hoy vino de la China, mañana podrá venir de nuestras selvas o de nuestra propia finca al no respetarse el hábitat de los animales.
Pues bien, aun cuando él toma de referencia a la Amazonía, nosotros vamos a referirnos a nuestros cerros orientales, hogar de diferentes plantas y árboles nativos, además de otras especies animales endémicas que ejercen un equilibrio ecológico, pulmón de oxígeno, que al ser modificados por la mano artera del hombre, deforestando, no solo produce daños irreversibles in situ, en el sitio, sino que además nos está afectando de manera grave, al generarse cambios climáticos, erosión, tala indiscriminada, lo cual ha sido denunciado por este diario en distintas oportunidades, mostrando en fotografías las grandes cicatrices que la venta ilícita de lotes produce en ese sector.
En verdad nuestra comunidad está colmada de personas incautas que se entregan a los cantos de sirena de una mafia depredadora que está detrás de esos comportamientos ilegales, estafando a decenas de familias a quienes esquilman sus modestos ahorros a cambio de terrenos en el aire por tratarse de zonas de reserva natural. No solo se trata de la denuncia de estos hechos, sino establecer qué se puede hacer de manera efectiva para impedirlos. Esperamos que las alcaldías de este entorno, la CDMB y demás organismos de control enfrenten esas actividades ilegales con sanciones ejemplarizantes, que nos está robando lo poco que nos queda de naturaleza. El seguimiento a esas malsanas costumbres debe ser cotidiano para que sea efectivo.
