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opinion/columnistas/rodrigo javier-parada
Miércoles 17 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

Aborto

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Corría el año 2005 cuando una joven abogada se acercó ante la Corte Constitucional y radicó una demanda en contra de un artículo del código penal. Se trataba de Mónica Roa, quien consideraba inconstitucional que el aborto en Colombia estuviera penalizado en todas y cada una de las situaciones. En aquel entonces, muchos consideraron desacertada la posición que la demandante exponía, con argumentos que casi siempre se acercaban más a lo ideológico que a lo jurídico.

Fue sólo hasta el 2006 que la Corte Constitucional, la misma que al final zanja todas las discusiones complejas del país, declaró condicionalmente constitucional el delito de aborto, advirtiendo que la interrupción voluntaria del embarazo era posible cuando se afectara la vida o salud de la mujer; o cuando el mismo fuera resultado de una conducta delictiva; o cuando existiera una grande malformación del feto que hiciera inviable su vida. Con el paso del tiempo, dichas circunstancias se han venido flexibilizando con el fin de proteger los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

Hoy, 2021, el tema vuelve a estar en la mesa de la Sala Plena de la Corte Constitucional que, a propósito de una nueva demanda presentada, examina si el delito de aborto transgrede la dignidad de la mujer. Un debate que debería estar a cargo del Congreso, hoy vuelve a las manos de la justicia, la misma que mantiene a flote nuestra débil democracia. Personalmente confío en que el debate será de altura y sólo tendrá en cuenta posturas jurídicas.

Creo que el debate no tiene género, y por lo tanto, no puede limitarse a los hombres la posibilidad de participar en el mismo. Pero también considero que son los derechos de las mujeres los que deben prevalecer, especialmente los de la vida y la dignidad. Me explico: es falso el argumento que apunta a que la despenalización del delito de aborto incrementa su práctica. Al contrario, tener claras las consecuencias de hacerlo, recibiendo una asesoría médica adecuada, le puede dar mayores herramientas a quien decide sobre su cuerpo. Más allá de lo moralmente correcto o incorrecto, es hora de entender que cosificar a una mujer nos aleja más del ser divino en que creamos ¡Adelante chicas!

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