Una verdadera lección le dieron ayer a Ramón Jesurún, presidente de la Federación Colombiana de Fútbol. Las redes sociales y el público en general se encargaron de hacérselo saber. La selección Colombia sub 17 de fútbol femenino se clasificó a la final del mundial juvenil, luego de vencer en la tanda de penaltis al equipo nigeriano. Tremenda hazaña, en realidad resulta ser un hecho histórico deportivo; es la primera vez que cualquier selección (femenina o masculina) de fútbol logra llegar a estas instancias.
Lo anecdótico de la situación está en que, cuando le cuestionaron la semana pasada acerca de los beneficios que obtendrían las deportistas, el presidente Jesurún respondió que eran unas “amateur” y que los premios “sólo se dan a los futbolistas profesionales”. Don Ramón es en sí mismo una oda a la arrogancia, y al desprecio por el deporte en general. No es mentira que el fútbol masculino de mayores genera millonarios ingresos que soportan los lujos de los directivos de la federación, pero de ahí a creer que el resto de deportistas no pueden obtener beneficios por los triunfos obtenidos, o que son simples aficionados, hay un larguísimo trecho. Desconoce Jesurún el proceso de formación de cualquier disciplina.
Con este panorama, debemos cuestionarnos acerca de qué estamos haciendo y qué debemos hacer. Personalmente creo que, en gran medida, somos nosotros, los consumidores del espectáculo deportivo, los mayores responsables de esta situación. Pasarán muchos “ramones” y nada cambiará, a menos que sentemos nuestra voz de protesta, pero haciendo algo que valga la pena: apoyando las actividades que normalmente son vistas como de “relleno”; patrocinando eventos deportivos juveniles; y participando directamente en ellos.
A Jesurún nadie lo mueve de su trono, pero seguramente habrá quienes detecten varias “minas de oro” en lo que él ve con ojos de mercachifle. Mientras tanto, afortunadamente existen personas como Christian Daes e Iván Cancino, que se metieron la mano al bolsillo y entregarán varios millones de pesos a las futuras campeonas, como recompensa por brindarnos tanta alegría.
