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Silvia Otero
Viernes 24 de marzo de 2023 - 12:00 PM

Que Roy no se lave las manos

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La reforma política, de la que he hablado en este espacio en un par de ocasiones, se hundió definitivamente el jueves durante el quinto debate de los ocho que debía surtir la iniciativa. Recordemos que los actos legislativos deben aprobarse en dos vueltas, es decir, que deben pasar por el Senado y la Cámara de Representantes dos veces.

El presidente y el partido de gobierno dijeron que a la reforma le habían colgado toda clase de micos y que ya no servía para cambiar la política y materializar el Acuerdo de Paz. Con esta posición pretendían promover la narrativa de que ellos no eran responsables de los problemas de la iniciativa. Pero una breve mirada a los textos aprobados en los debates previos demuestra lo contrario. Voy a hablar de dos cuestiones: el transfuguismo y las listas cerradas y cremallera.

Uno de los elementos que generó indignación está relacionado con el transfuguismo. La reforma pretendía facultar a congresistas, diputados y concejales a cambiarse de partido político sin renunciar a sus puestos ni incurrir en doble militancia por una sola vez después de aprobarse la reforma. Pero este mico no llegó por arte de magia al texto del jueves. En el mismo proyecto de acto legislativo presentado por el ministro del Interior Alfonso Prada en septiembre del año pasado se incluía el famoso parágrafo del transfuguismo, el cual fue ratificado en la ponencia liderada por Roy Barreras en el Senado. Luego en su tránsito por la Cámara, el parágrafo se mantuvo intacto. No se entiende la fingida sorpresa de que en el texto propuesto para el quinto debate, el transfuguismo siguiera allí, intacto, sin cambiarle ni ponerle una sola coma.

Ahora hablemos de las listas cerradas. El jueves, durante el quinto debate, Roy Barreras en su show mediático rompió el texto de la reforma diciendo que “una reforma política sin listas cerradas paritarias de género no vale la pena”. Efectivamente, la nueva versión no obligaba a los partidos a presentar listas cerradas y cremallera, sino que daba incentivos que las hicieran atractivas. Coincido en que el nuevo texto era una gran pérdida. Pero lo que no contó Roy es que en su propia ponencia de primer debate el año pasado, y en el texto de lo que quedó aprobado en el Senado, las listas cerradas y cremalleras eran obligatorias solo por dos periodos. Esto lo corrigió la Cámara, volviéndolas permanentes, lo cual revirtió la nueva ponencia de Senado en segunda vuelta, haciéndolas facultativas. ¿Por qué la indignación de Roy Barreras cuando en su propia propuesta las listas cerradas no llegaban para quedarse? ¿No había chance de volverlas a introducir, ya fuera en la plenaria de Senado o en la Cámara?

La reforma nació con tantos micos que los trinos y alaridos con los que miembros del gobierno y el Pacto Histórico pretenden ocultar su responsabilidad son ridículos y risibles.

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