lunes, 20 marzo 2023
viernes 23 de diciembre de 2022 - 12:00 AM

Canto y solsticio

Por un lado, acaba de pasar en el hemisferio norte el solsticio de invierno, alineación astronómica que da lugar a la noche más larga del año e inaugura una época de recogimiento, de letargo, de muerte ritual que nos recuerda esa otra muerte a la que todos estamos abocados. Por el otro, en el trópico, siempre verde, siempre primavera, se celebran los 400 años de la ciudad extraña e impetuosa que nos vio nacer: Bucaramanga.

Y como quien se prepara para el invierno de su vida, Joan Manuel Serrat ofrece en Barcelona el último concierto de su carrera. Para esa despedida ahora mismo nos preparamos sonrientes y dichosos. Y lo hacemos porque la música de Serrat ha sido en buena parte la banda sonora de nuestras vidas. Gracias a él aprendimos una cosa nada desdeñable, una cosa que no se puede comprar ni vender y que verdaderamente cambia la vida porque no está hecha para instalarse en la casa como un aparato comprado sino para sembrarse en el corazón como un mensaje, una actitud.

Con Serrat aprendimos que si estábamos tristes era bueno cantar y que si estábamos felices también. Gracias a él conocimos a Antonio Machado y a Miguel Hernández, y el espíritu de su libertad cruzó el Atlántico para acomodarse en ese apartamento iluminado en donde crecimos. Gracias a él supimos que cuando se quiere llorar es mejor frente al mar y que el amor puede ser algo terrible y hermoso a la vez: cuando falta no se entiende el despertar, cuando falta es ancha toda cama.

Serrat, amigo, no tenemos cómo pagarle por los dones y favores pero, en todo caso, sepa que en Bucaramanga hay una casa con las puertas siempre abiertas para usted, una casa en la que, a su manera, ya ha estado muchas veces. Siempre ha sabido llegar con el vino de su cosecha, ante lo cual nosotros, prestos, hemos siempre sabido poner lo nuestro sobre la mesa: cordero, yuca, arepa y queso.

Por almas como esa, hay hoy en Barcelona canto y solsticio, y al son de los versos de Machado decimos ¡salud!: «Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar».

@SimondSantander

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