Ante la emergencia de la pandemia del COVID-19, hemos vivido al igual que otros países del mundo occidental, la inexperiencia del Gobierno, de las autoridades de salud, del sistema hospitalario y de la población en general. Colombia ha tenido la fortuna de ser uno de los últimos países en la cadena de la progresión en el mundo.
Hemos aprendido de las medidas extremas tomadas por el Gobierno Chino para lograr en cuatro meses controlar la pandemia. Así mismo, de las experiencias exitosas en Singapur, Hong Kong y Taiwán, que cerraron rápidamente las fronteras e implementaron medidas de aislamiento y detección temprana para evitar la pandemia. Corea del Sur, que había padecido la epidemia del virus de MARS hace casi una década, alcanzó inicialmente a tener un número de contagios muy importante, con una curva de crecimiento rápidamente ascendente debido a su cercanía geográfica y comercial con China. Reaccionó y tomó todas las medidas pertinentes: monitoreo satelital e inteligencia artificial para seguimiento de pacientes, tratamiento pre-hospitalario, preparación de hospitales con áreas de aislamiento adecuadas, permanente entrenamiento del personal y toda una infraestructura tecnológica y logística con planes de contingencia perfectos para responder de la mejor manera.
Tenemos también las lecciones del desastre total, con el caos generalizado y el colapso del sistema hospitalario de Italia, España, Inglaterra y Estados Unidos. Países que teniendo los mejores servicios de salud del mundo, por proteger la economía, no tomaron las medidas necesarias ya conocidas en el momento adecuado. Hoy padecen un infierno, con presencia de enfermedad, desolación y muerte.
En Colombia todavía damos palos de ciego y vemos en las autoridades mucha incoherencia. Declaraciones encontradas en las personas encargadas, toma de decisiones por presiones de las sociedades científicas y gremios de la salud más que por la coherencia de las enseñanzas de los que lo han hecho bien.
En lo local hemos sido muy afortunados. Tenemos a Dios de nuestro lado y nos está dando el tiempo para prepararnos lo mejor posible. Estamos ganando tiempo a pesar de la irresponsabilidad de la ciudadanía y de viajeros que no se aislaron y pensaron que esta situación era un juego. Especialmente increíble la actitud irresponsable de 57 gerentes de hospitales de Santander, quienes conocedores de lo delicado de esta situación, hicieron un viaje de placer a México, donde contrajeron la infección, y a pesar que ya existía la recomendación del aislamiento, no la acataron. La principal cura para esta pandemia es la solidaridad y responsabilidad por evitar su propagación.
Un reconocimiento a los Gobiernos del departamento y municipios del área metropolitana, las clínicas y hospitales, la Cámara de Comercio de Bucaramanga, Camacol, Comité de Gremios de Santander y a todos los empresarios que están trabajando incansablemente para enfrentar la crisis.
