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Victor Castillo
Viernes 11 de septiembre de 2020 - 12:00 PM

Ni justificar ni estigmatizar

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No hay ninguna razón que justifique el abuso de autoridad y la extralimitación en el actuar de los policías que produjeron la muerte de un ciudadano en Bogotá esta semana. Aún más lamentable que esto ocurra en momentos tan críticos para el país por la pandemia y la crisis social económica generada por la misma.

El miedo al COVID-19 había adormecido el ambiente caldeado socialmente que vivimos al final del año pasado y que generó múltiples y hasta violentas manifestaciones públicas. El comportamiento psicópata de estos miembros de la fuerza pública parece novelesco. No tiene explicación detener y en una forma irracional agredir al abogado Javier Ordóñez, quien ya sometido les rogaba “por favor, no más”. No valieron sus súplicas ni las de las personas presentes que grabaron el hecho.

Según los informes, con sevicia le aplicaron más de siete descargas de una pistola táser, supuestamente un arma no letal. Esta arma promovida por las fuerzas policiales del mundo, a la fecha ha ocasionado la muerte de más de 1.000 personas. Las descargas eléctricas de 50.000 voltios que lanzan estas armas inmovilizan a las personas por generar un calambre generalizado y un gran dolor muscular, suficiente para someter a la persona. En casos como este, de disparos secuenciales, puede generar la muerte por fibrilación del corazón, entre otras causas.

Agrava la situación y la indignación, que además del ataque con táser, el ciudadano fue brutalmente golpeado hasta la muerte cuando se encontraba ya en el CAI, de acuerdo con las versiones conocidas. Estos hechos, manifestados por sus compañeros de infortunio, están siendo investigados por las autoridades y la misma Policía. Es una lástima esta conducta que hoy sumerge al país en la tristeza. Situaciones como estas empañan la labor de la entidad, que es la encargada de proteger la vida de los ciudadanos, y entidad como ninguna otra, que debería ser más cercana a la comunidad.

Esta desafortunada tragedia se ha convertido en un elemento disparador de manifestaciones violentas en un país muy polarizado políticamente y con tantos problemas de desigualdad social y pobreza, elementos que se convierte en caldo de cultivo para una revuelta social. En un país donde la vida se pierde con tanta facilidad por actos de violencia se requiere de un análisis sociológico y una intervención para poder entender que la vida es sagrada.

Nuestro cuerpo policial, entrenado para combatir la guerra contra los grupos armados ilegales, el narcotráfico y el crimen en general, debe reentrenarse para poder ejercer su labor en la sociedad civil. Sin embargo, no podemos estigmatizar y debemos reconocer que nuestra fuerza policial, en su gran mayoría, está compuesta por uniformados que cumplen responsablemente con su deber, trabajo que se ve opacado por situaciones tan lamentables como esta.

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