Las cifras de todas las formas de violencia contra la mujer en Colombia en 2022, mostraron que, con respecto a 2021, esta situación empeoró prácticamente en todos los enfoques posibles. Aumentaron los asesinatos, los suicidios de mujeres, los casos de maltrato en todas las edades, los delitos sexuales, los feminicidios; en general, pese a las intenciones o los programas que se han propuesto las autoridades civiles y de policía, hasta ahora no ha sido posible romper las constantes sociológicas y culturales que, como tantos otros países en el mundo, nos hacen proclives a agredir a la mujer simplemente por razones de género.
Santander y Bucaramanga no solamente no son ajenas a esta realidad, sino que registran con frecuencia índices muy altos en esta lamentable estadística y por eso, desde ayer en Bucaramanga se instauró la estrategia de la Policía Nacional conocida como Patrulla Púrpura que, en términos de las mismas autoridades, busca “prevenir y contrarrestar toda forma de violencia contra la mujer en el área metropolitana, de manera articulada con las autoridades municipales y la comunidad”. Planteado así, el programa implementado podría ser parte fundamental del futuro establecimiento de una política pública que a largo plazo busque eliminar o reducir al mínimo posible los casos de violencia contra la mujer.
En lo que tiene que ver con Bucaramanga, son 503 mujeres policías las que se integraron a esta estrategia, quienes, con entrenamiento, equipos y apoyos interinstitucionales especiales para la misión trazada, serán las encargadas de dar impulso a la misma. Realmente es esperanzador ver cómo la Policía Nacional hace una propuesta estratégica concreta, con objetivos e insumos adecuados para que, en un esfuerzo mayor a los que se habían hecho hasta ahora, se establezca un frente sólido contra la violencia de género en Colombia.
Este es, entonces, el nuevo aporte que hace la institución policial, y que, seguramente, si cuenta con el respaldo que se espera de las entidades articuladas al mismo, se podrá lograr que lo que se cumpla en lo operativo, se replique en lo administrativo y judicial, cuando menos, de tal forma que, como lo esperan las autoridades y los ciudadanos, comience a ganarse la dura batalla contra estas formas ignominiosas de violencia contra la mujer, mediante el castigo a quienes la protagonizan y la educación a una comunidad que debe entender finalmente que es el buen trato y no la violencia lo que nos dignifica como seres humanos, sea cual sea la condición de cada uno.