El pasado domingo un informe de Vanguardia puso en imágenes la denuncia que muchos bumangueses han hecho, por años, sobre el pésimo estado en el que se encuentra la gran mayoría de los puentes peatonales de la ciudad, unas estructuras que al aparecer fueron olvidadas por las administraciones, como si su utilidad no fuera determinante para muchas personas, y como si su descuido no fuera otra de las tantas causas de la desbocada inseguridad que nos agota. Pero, aparte de esto, la gran mayoría de los puentes peatonales con los que contamos hoy, tienen ya cuando menos 35 años de existencia, sin que hayan recibido, al menos, el mantenimiento que es necesario.
En una ciudad atestada de vehículos por el crecimiento incontrolado de carros y motocicletas, los puentes peatonales deberían haber aumentado en número en todas las avenidas y vías metropolitanas de alto y veloz tráfico, pero no ha sido así y los peatones, en muchos sitios se ven obligados a arriesgar su integridad al lanzarse a estos canales vehiculares para poder cruzar de un lado a otro, en una operación que le ha costado la vida a más de una persona, como lo demuestran las estadísticas oficiales. Una sola muerte por esta razón es un dolor profundo para una familia, pero también una vergüenza para una ciudad que demuestra así su insensibilidad y su atraso.
Pero, además de la seguridad, estos puentes también contribuyen a la movilidad urbana sostenible, pues al proporcionar una alternativa segura y cómoda para los peatones, se incentiva la caminata por los espacios urbanos lo que, incluso podría modificar en parte la conducta de estas personas que en zonas de comercio ya no buscaría una salida rápida del lugar, sino un tiempo adicional para recorrerlo. Al convertir el espacio público en un territorio incontrolable y amenazante, como hoy sucede, estamos no solo haciendo menos seguros los trayectos de los ciudadanos, sino que estamos restándole oportunidades al comercio y el turismo, entre otros sectores.
En pocas palabras, es hora de que Bucaramanga invierta en la construcción, reparación y conservación de puentes peatonales, ya que al hacerlo, mejorará la seguridad, la inclusión y la movilidad urbana, entre otros positivos factores. Debemos dejar de considerar el de los puentes peatonales como un problema menor al que nunca se va a dar la atención que si, por el contrario, obtuviera, nos permitiría tener ciudades más seguras, amables y fomentaría un estilo de vida más saludable y sostenible para los ciudadanos.