Aunque en su carrera política, sobre todo en su recorrido como congresista, el hoy presidente Gustavo Petro ha sido reconocido por denunciar de manera seria graves hechos de corrupción, y en los seis meses que ha ejercido como mandatario de los colombianos ha provocado toda clase de refriegas políticas e ideológicas con sus contradictores, lo que está comenzando en estas semanas, será una gran prueba para demostrar si su promesa de cambio se puede consolidar, pues, enfrentar las elecciones regionales y locales este año le va a significar habilitar o inhabilitar al Pacto Histórico y demás movimientos como opciones mayoritarias de verdadero cambio de las costumbres políticas en Colombia.
Tal parece que en lo que va del gobierno Petro las alianzas con sectores políticos tradicionales o con dirigentes regionales que mantienen su poder a través de cuestionables prácticas como el clientelismo en entidades estatales, en lugar de representar un verdadero cambio están profundizando un histórico problema que ha desangrado el erario y reforzado la sinuosa y codiciosa política provincial, que vive de atropellar sin consideración alguna la ética, la moral y los recursos públicos.
Y, a juzgar por lo que empieza a verse en varias alcaldías y en algunas instituciones controladas ahora por el petrismo y los partidos de la coalición de gobierno, la preocupación se extiende de los límites del proselitismo a los del código penal y las leyes electorales, pues, así como lo acaba de denunciar en Vanguardia el sindicato del Sena Santander, esta entidad parece haber caído bajo la égida de cuestionados dirigentes políticos, hoy al servicio del Partido Verde y la causa progresista, que tratan de constreñir a los funcionarios para manipular desde ya las elecciones de octubre.
El mismo presidente Petro ha dicho que entiende la importancia que tiene el hecho de que su gobierno y su proyecto acierten en todas sus propuestas pues, de no ocurrir esto, tendrían solo un paso fugaz por la historia del país, pero si, como empieza a verse, la necesidad de asegurar cargos de elección popular, los arrastra hacia alianzas indecentes, se negarán a sí mismos y defraudarán a millones de personas que votaron por un cambio en las costumbres políticas.
En Santander estamos viendo que las cosas no han cambiado, se refleja en casos como el denunciado por el sindicato en la regional del Sena o los cuestionamientos que han surgido por la designación de representantes del Presidente de la República en los consejos directivos de las corporaciones ambientales.
