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Editorial
Domingo 29 de marzo de 2020 - 12:00 PM

El cuerpo médico merece nuestro agradecimiento y reconocimiento

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En medio de las informaciones dolorosas que llegan del mundo entero por la cantidad de contagiados y fallecidos por COVID-19; en medio de los confinamientos y medidas radicales que están tomándose en Colombia, donde la pandemia ya comienza a acelerar su paso; en medio de la escasez de elementos para trabajar, e incluso, para protegerse, tenemos que hacer un reconocimiento inmenso a todas las personas relacionadas con el sector de la salud que atiende ya las primeras oleadas de pacientes afectados por el coronavirus y entregan su seguridad, su tranquilidad y su descanso a la causa de salvar todas las vidas posibles en los próximos meses en nuestro país.

Con mayor o menor intensidad, la gran mayoría de los colombianos y los santandereanos estamos cumpliendo el aislamiento preventivo y por más desafiante que esto pueda ser para la salud física, mental, e incluso económica de todos, no puede compararse con la labor que cumplen quienes, como los médicos, enfermeras, paramédicos, y, en fin, todas las personas que aunque no pertenezcan a las diferentes ramas de la medicina, de una u otra manera están relacionados con las necesidades que debe cubrir la atención a los pacientes. Ellos merecen no solamente nuestro agradecimiento y reconocimiento, sino nuestra solidaridad y apoyo en cuanto necesiten.

Se cuentan por miles los casos de personal de salud que, a pesar de los protocolos de protección, han sido contagiados y han tenido que vivir en carne propia el COVID-19, y entre ellos debe hacerse mención y rendirse homenaje a Li Wengliang, el oftalmólogo de Wuhan que fue el primero en advertir a sus colegas de la presencia de una epidemia y que, por esta razón, fue perseguido y silenciado por la autoridades chinas. Wengliang comenzó a tratar pacientes con COVID-19, fue infectado y murió por esta causa.

La pandemia que nos preocupa y que nos lleva a encerrarnos para evitar cualquier contacto y posible contagio, lleva a estas personas del sector salud a hacer lo contrario, a salir a la calle y buscar precisamente a las personas contagiadas para tratarlas. Esa es su vocación, pero ese también es el sacrificio inmenso que están haciendo por todos. En sus manos están nuestras esperanzas de sobrevivir a esta amenaza global, luego en nuestras manos está cumplir con el confinamiento, que es la mejor manera que existe, por ahora, de ayudarlos a ellos y ayudarnos a nosotros mismos.

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