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Editorial
Miércoles 24 de noviembre de 2021 - 12:00 PM

Hay que persistir en erradicar la violencia contra la mujer

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Se conmemora hoy en el mundo el Día Internacional por la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y Bucaramanga tiene una programación variada para insistir, como es necesario, en la formación de los valores adecuados para que podamos superar varios de esos comportamientos culturalmente validados, pero extremadamente agresivos y siempre inaceptables que terminan, para muchos, por justificar todo tipo de agresiones contra las mujeres. Pero, entre otras cosas, tenemos que comenzar por entender y aprender que cuando se habla de violencia contra la mujer, no se está haciendo referencia únicamente a los actos en los que se les causa dolor o daño físico directo.

Según la Organización Mundial de la Salud, la violencia contra la mujer se da de muchas maneras, una de ellas la que se deriva de la convivencia con una pareja y que se refleja básicamente en violencia física, sexual y psicológica; pero, hay que considerar también como una entidad separada, la de la violencia sexual que se da fuera del ámbito de la pareja y son las formas de agresión laboral o callejera, en las que lo que prima es la condición de mujer de las víctimas; el feminicidio, obviamente, y la trata de personas son otra manifestación, como lo son los matrimonios precoces o forzosos, que aún se usan en algunas regiones del país. En otras latitudes se siguen dando aún situaciones traumáticas como la mutilación femenina.

Desgraciadamente, Colombia ocupa los primeros lugares en América Latina en violencia contra la mujer debido al impacto devastador del conflicto armado que por décadas vivimos y que aún hoy, cinco años después de la firma de los Acuerdos de Paz, continúa golpeando abrumadoramente a las mujeres, que son asesinadas y son también víctimas de toda clase de atropellos, incluyendo la violencia sexual tan común en estos contextos de confrontación armada.

Estamos aún muy lejos de superar estas constantes históricas que han determinado un camino de sangre, marginación y muerte para las mujeres. Ellas han tenido que resistir todos los embates de un medio extremadamente hostil como el nuestro y siguen haciéndolo desde posiciones valientes de reclamo permanente de derechos que no deberían ser materia siquiera de discusión en un país en el que verdaderamente todos fuéramos iguales ante la ley. Por muchas razones, la mujer no lo es y por eso el respeto, la igualdad, la justicia y las oportunidades, entre otras cosas, dejan de ser una consecuencia natural de la ciudadanía, y se convierten para la mujer en una lucha constante.

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Publicado por Editorial

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