El Área Metropolitana de Bucaramanga, AMB, como corresponde a parte de sus funciones, acaba de establecer diez puntos en los que es crítica la situación del tránsito vehicular y propuso para cada uno de ellos una obra específica de infraestructura que podría resolver en buena medida el problema. El cálculo de la entidad sobre el costo de estos proyectos es de al menos un billón de pesos, lo que, obviamente, representa un esfuerzo económico mayúsculo para los municipios conurbados que, en términos de desarrollo, suelen dar pasos cortos en tiempos largos.
Las diez soluciones que plantea el AMB quedan sobre la mesa para el debate público, del que deben participar, claro está, los municipios interesados, pero también los expertos en temas de tráfico, ingeniería y planeación, cuando menos, y la comunidad que, por sentido democrático y mandato constitucional, debe ser convocada, en términos de participación ciudadana, a influir en la toma de decisiones, sobre todo cuando implican grandes inversiones. Por otra parte, la iniciativa deja ver la imperiosa necesidad que existe, de que los alcaldes metropolitanos no dilaten más su responsabilidad de resolver estos y otros muchos problemas críticos de movilidad que afectan a sus municipios.
Pero, si evaluar problemas y plantear soluciones a puntos álgidos para el tránsito del área es pertinente, lo es aún más la consideración de que, así como se requieren acciones puntuales en varios lugares, si se hace la intervención de estos espacios sin que exista una planeación con sentido metropolitano, el resultado en el largo plazo puede ser altamente contraproducente, pues lo que se puede ocasionar es precisamente la desarticulación del tránsito por toda el área metropolitana. Definir un concepto de movilidad general, de acuerdo con lo que puede ser el desarrollo en el futuro inmediato y mediato, sería la base lógica de una planeación eficaz para el área metropolitana en su conjunto.
La planeación que se hizo desde los años 60 y se ejecutó juiciosamente hasta final del siglo pasado, especialmente por los alcaldes de Bucaramanga y los directores del AMB, nos dio un impulso importante, pero hoy el rezago en materia de planeación es evidente, no tenemos un concepto claro y concertado de lo que puede y debe ser el área metropolitana en las próximas décadas y sería muy prudente y conveniente que, antes de acometer costosas obras de infraestructura que respondan solo a situaciones coyunturales, pensemos en construir una región posible, próspera y moderna que se ajuste a las necesidades y potencialidades actuales y futuras de la conurbación toda.