En pocos días, una pequeña oficina en Cabecera del Llano será la sede de la Convención Nacional del movimiento Liga de Gobernantes Anticorrupción, que cursó algunas invitaciones para la ocasión, bajo la curiosa modalidad de asistencia “directa e intransferible” para, según la misma convocatoria, “discutir y tomar decisiones respecto a la agenda del partido”. El llamamiento, considerado en el país como un hecho folclórico y cínico del excandidato presidencial Rodolfo Hernández, es otro desplante que el polémico dirigente político le hace a la democracia y a las normas electorales, las que nuevamente intenta burlar con una convocatoria tan poco seria como la que ha hecho.
Después de intentar que la constitución oficial de su partido determinara que todo quedaba en sus manos y, en segundo término, en las de su esposa y sus hijos, estableciendo así una especie de dictadura sucesoria, lo que fue desaprobado por la autoridad electoral, y viéndose obligado a abrir la participación en la toma de decisiones de su movimiento, Hernández intenta de nuevo soslayar la determinación del Consejo Nacional Electoral al llamar Convención Nacional a una convocatoria minúscula, complaciente y claramente sin las características ordenadas, para que avale todo lo que a él mismo le provoque proponer.
El CNE impuso a Rodolfo Hernández la condición de organizar una “convención nacional, amplia y participativa”, en la que se tomen en conjunto determinaciones como la aprobación de los nuevos estatutos, cosa que no parece muy posible de cumplir si la pretendida convención se hace en un pequeño despacho, con asistentes controlados antemano y, obviamente, sin el debate amplio y democrático que debería darse. En pocas palabras, lo que Hernández pretende es darle ropaje legal a lo que en realidad parece es un caudillismo estatutario instituido por las cuestionables bases de un partido que no termina de legitimarse.
La verdad es que los pasos que ha dado últimamente Rodolfo Hernández en la política nacional, no solo han sido vacilantes y erráticos, sino que han acarreado vergüenza a los santandereanos por la procacidad y arbitrariedad con que suele expresarse y actuar, afianzando así el inaceptable cliché de que todos los nacidos en esta región tenemos el mismo talante.
Nuevamente el excandidato presidencial, quien renunció a ser el líder de la oposición del actual gobierno, como lo avalaba su curul en el Senado, está en medio de una controversia por la forma como quiere seguir manejando el movimiento político, que es cierto, fundó y tiene su ideario, pero que no puede funcionar como un negocio familiar.