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Editorial
Martes 08 de septiembre de 2020 - 12:00 PM

Las calles vuelven a ser escenario de las protestas

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En medio del lento y complejo retorno a la normalidad que comenzamos a intentar desde esta semana, los habitantes del área metropolitana se han encontrado, de nuevo, con las vías obstruidas por protestas de diversos sectores que quieren retomar discusiones que quedaron suspendidas por el confinamiento que se declaró a finales de marzo pasado. El pasado lunes, la autopista, desde Piedecuesta hasta Bucaramanga, y otras vías del centro y sur de esta ciudad fueron el escenario por donde desfilaron vehículos de transporte especial, taxis y otros miembros de ese gremio que, desde hace ya largo tiempo, han venido denunciando problemas de diverso orden.

Aunque este diario ratifica el respeto absoluto por el ejercicio del legítimo derecho a la protesta, claro, siempre y cuando la misma se desarrolle en los términos en que legalmente se ha enmarcado, es cierto que se necesita hacer una seria y extensa reflexión sobre los múltiples problemas que afronta el transporte tanto en Bucaramanga como en toda el área, pero este no se resolverá bloqueando las calles ni regresando al absurdo de someter a la ciudad al caos cada vez que se pide ser escuchado.

Los problemas del transporte local son críticos en varios aspectos y de su funcionamiento dependen no solo las miles de familias de quienes están vinculados laboral o contractualmente al sector, sino de todo el que regularmente usa el transporte público, cuya calidad de vida en buena medida está ligada a este.

Tenemos que reconocer que la introducción del Sitm, en lugar de solucionarlos, profundizó los problemas del transporte, dado que Metrolínea desde un primer momento fue insuficiente para atender las necesidades de la ciudad, lo que abrió la puerta a la piratería, empobreció a los antiguos propietarios de buses tradicionales, que fueron relegados, y causó un comportamiento financiero errático, que hoy, casi 11 años después, aún no encuentra el punto de equilibrio.

Los usuarios de Metrolínea, entonces, han estado sometidos a las fallas del sistema y quienes optaron por el transporte ilegal afrontan las posibles consecuencias de usar una modalidad sin garantías, ni controles de ninguna clase. Pero la protesta del lunes, convocada inicialmente por el transporte especial, tuvo el respaldo de Fecode, centrales obreras, defensores de Santurbán y el medio ambiente en general, en lo que debe entenderse como una expresión de protesta contenida por meses de aislamiento, que nos confirma que rápidamente estamos regresando al punto donde la pandemia nos había detenido. Lo que esperamos es que todos los reclamos se hagan en lo diálogos que se deben dar, pero que no se conviertan en la nueva excusa para volver a la realidad de paros y bloqueos en la que se encontraba el país antes de la pandemia.

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Publicado por Editorial

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