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opinion/editorial
Miércoles 19 de febrero de 2020 - 12:00 PM

Se requieren acciones efectivas contra la mafia de las ambulancias

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Desde hace varios meses, conductores y peatones a lo largo y ancho de la ciudad han sido testigos de un espectáculo denigrante y peligroso: la guerra del centavo entre ambulancias que, al parecer, se disputan el dominio de una especie de saqueo al Estado, encargado de pagar sus servicios mediante el sistema Soat.

Gracias a una acuciosa investigación adelantada por el concejal de Bucaramanga Jaime Andrés Beltrán, pudimos conocer en detalle las denuncias que desde hace meses se hicieron, en términos generales, sobre lo que parecía nada más que la imprudencia de los conductores y empleados de las ambulancias, para descubrir que detrás de esta conducta abiertamente irresponsable estaban algunas empresas que, al parecer, conocían y hasta estimulaban tales estrategias.

Las autoridades a las que corresponde regular el servicio de ambulancias en la ciudad deberán encargarse con urgencia de diseñar los correctivos a la situación que hoy tiene desesperada y amenazada a la ciudadanía.

Es una labor que les compete y sobre cuyo cumplimiento los ciudadanos debemos estar más atentos ahora. Pero, además de esto, los organismos de control o de justicia, según sean los casos, deberán sancionar a quienes hayan sobrepasado los límites de la ley, en virtud de la desleal y agresiva competencia en que se convirtió el uso de ambulancias. Lo más probable es que se haya incurrido en varias irregularidades que deben ser investigadas y sancionadas, pues lo que se ha puesto en juego es la confianza y la seguridad de la ciudadanía.

La investigación del concejal Beltrán habla concretamente de redes de informantes entre taxistas y mototaxistas a los que se les paga por información sobre la presencia de accidentes, tras de lo cual se desata una peligrosa carrera de ambulancias por las calles de la ciudad, durante la que se violan todas las normas de tránsito que sea necesarias y se pone en peligro la vida de peatones y demás conductores. También se denuncia la participación de clínicas al pagar comisiones a quienes lleven hasta sus instalaciones a los heridos; pero, como si esto no fuera suficientemente grave, también estarían prestándose las ambulancias para hacer carreras tipo taxi o para simular accidentes, para lo que estarían utilizando a ciudadanos venezolanos.

En fin, las denuncias hechas en el Concejo de Bucaramanga revisten absoluta gravedad, por lo cual es necesario que se vaya hasta el fondo de lo que está sucediendo y se ponga en cintura a quienes convirtieron un servicio esencial en un negocio. Aunque parezca un contrasentido, en Bucaramanga las ambulancias están convirtiéndose en vehículos que amenazan la integridad y la vida de los ciudadanos, en vez de ser los que la protegen y la salvan.

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Publicado por Editorial

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