Fernando Castillo Cadena presidirá la Corte Suprema de Justicia; Jaime Rodríguez Navas, el Consejo de Estado, y Aurelio Enrique Rodríguez Guzmán, el Consejo Superior de la Judicatura. La coincidencia entre ellos no es solamente que tendrán en sus manos las más trascendentales decisiones de la rama jurisdiccional, sino que los tres son santandereanos, un hecho que, más allá de lo curioso que pueda parecer, muestra el que seguramente es el momento más brillante en la historia del derecho en nuestro departamento, que en el pasado ha visto sobresalir a muchos y reconocidos juristas, pero nunca había tenido una conjunción de ellos en las sillas principales de las altas cortes.
Estos tres ilustres magistrados, además de que necesariamente representarán el talante serio y determinado del ser santandereano, llegan a estas posiciones en momentos en que la República trata de reconstituirse y, luego de muchas décadas de catastróficas violencias, intenta apoyarse firmemente en las leyes, su cumplimiento y su adecuada interpretación, es decir, en la justicia en el sentido más amplio, pero también más objetivo, para recuperar la fe de la Nación en sus instituciones, y devolver a su cauce el estado social de derecho que desde la Constitución del 91 nos determina.
Como todo alto honor, estos tres juristas santandereanos tendrán frente a sí las más altas responsabilidades, por lo que su conducta estará no solo frente a los ojos de los colombianos que escrutarán sus actuaciones con la severidad que impone el cargo que ocuparán, sino que también su paso por cada una de esas cortes quedará inscrito en la historia judicial colombiana, lo cual, claro está, imprime un carácter muy especial, que trasciende el período en que ejerzan sus funciones y se extiende a los actos que acompañen el resto de sus vidas.
Es lo que contiene e impone el hecho solemne de representar la majestad de la justicia, que si impacta y dignifica el oficio del más modesto funcionario judicial, tanto más imprime rigor a quien preside las más altas cortes. Allí, en la sustentación y representación del que es, tal vez, el pilar central de la democracia y el Estado, están hoy nuestros coterráneos y por eso, no podemos menos que expresarles nuestro orgullo y felicitación por su elección, y desear que su paso por la Corte Suprema, el Consejo de Estado y el Consejo Superior de la Judicatura deje muy en alto sus propios nombres y el de los santandereanos.