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Editorial
Martes 23 de junio de 2020 - 12:00 PM

Una condena ejemplar a los confesos violadores de la menor embera chamí

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En medio de todas las noticias dolorosas que diariamente ocurren en un país como el nuestro, el de la niña embera de 13 años violada por seis soldados, y uno más que estuvo presente y es señalado de cómplice, ha consternado a los colombianos, con toda razón, al conocer de la brutalidad del acto cometido por militares cuya misión es, entre otras, exactamente la contraria: proteger a las personas. Y mucho más cuando se trata de menores de edad y comunidades vulnerables.

El hecho de que estos siete hombres, prevalidos de la autoridad y el poder que les dan el uniforme y las armas que les confió el Estado, arremetan de manera despiadada contra una niña, merece la condena total de la ciudadanía, el repudio del Ejército y la acción más severa de la Justicia.

La menor, hoy bajo la custodia del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, que acordó su cuidado con miembros de su comunidad indígena, se encuentra en obvia condición crítica desde el punto de vista tanto físico como psicológico. A partir del momento de la agresión de que fue objeto, su vida se transformó y en lo sucesivo estará siempre marcada por este hecho, porque las huellas físicas y psicológicas que deja un ataque de semejante gravedad, no se borran jamás. Pues de esa misma magnitud esperan los colombianos que sea la pena que caiga sobre los violadores de esta menor, que aceptaron su responsabilidad en los hechos, en un ordenamiento jurídico que acaba de establecer la cadena perpetua para este tipo de delitos.

Pero hoy, algunos expertos han expresado sus preocupaciones por lo que ha ocurrido en las últimas horas, como es el hecho de que por haber aceptado el cargo de acceso carnal abusivo, imputado por la Fiscalía, si bien no les permite aspirar a una rebaja de la condena que puede ir hasta la mitad de la misma, debido a la condición de menor de edad de la víctima, sí ganan la posibilidad de redimir parte de la pena con estudio o trabajo, beneficio que se siente injusto a la luz de los hechos conocidos y la indignación que ha causado en las personas el crimen atroz cometido. Así mismo, aunque la pena sea la misma para un acto sexual violento, quitarle esta connotación pareciera restarle también gravedad a un hecho que es repudiable desde todas las aristas.

Un juicio justo es lo menos que puede pedirse en este, como en todos los casos, pero, así mismo, lo que la sociedad espera frente a un caso tan aberrante es una condena que sea proporcional al daño irreparable causado a la menor.

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Publicado por Editorial

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