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Editorial
Viernes 03 de diciembre de 2021 - 12:00 PM

Urge proteger a los niños de la mendicidad

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La pobreza que ahondó la pandemia en todas las regiones del país, sumada a la intensa migración, han convertido las calles de Colombia en un espacio para la mendicidad, que no todos los ciudadanos saben asumir, bien porque no soportan convivir con la calamidad o bien porque su inclinación humanitaria no alcanza para ofrecer un gesto solidario a todos los que lo solicitan. Y, si bien la solidaridad es la mejor de las respuestas ante estas situaciones críticas, tenemos que reconocer que alrededor de quienes sinceramente piden una ayuda, medran quienes pretenden explotar a su favor la situación.

Así, en las calles se pueden encontrar hasta familias enteras que esperan que la bondad general les soporte algunas de sus necesidades básicas, mientras encuentran dónde y cómo construirse una oportunidad estable de subsistencia. Es lo que sucede en el área metropolitana con los migrantes y con los locales que también tienen las calles como medio de vida. Unos y otros apelan a la mendicidad, pero no todos lo hacen impulsados por una necesidad extrema, sino por la ganancia que de allí puede derivarse. Son personas que no tienen reparo moral alguno en usar incluso los niños para sus delictivos fines y someten a estos menores, sin importar que solo tengan unos meses de nacimiento, a extensas jornadas, diurnas y nocturnas, para exhibirlos, a fin de conmover a las personas y lograr la utilidad económica que pueden obtener de la compasión humana.

En Bucaramanga, las autoridades reportan que han detectado 114 menores en riesgo de mendicidad y que en tres casos estos pequeños eran víctimas del delito de trata de personas, pues estarían siendo alquilados por personas que los someten a permanecer a su lado mientras piden limosnas en las esquinas. Por otra parte, en la ciudad también se han identificado este año 74 familias que viven en condiciones de mendicidad exponiendo a los menores. Las autoridades han confirmado casos de alquiler de menores para pedir dinero en las calles, lo que significa que estamos ante un grupo de delincuentes que no dudan sobre instrumentalizar a los niños para sus fines. Las autoridades como el Icbf, la Policía de Infancia y Adolescencia, la Alcaldía, la Personería o Migración Colombia, en el caso de los extranjeros, tienen ante sí un desafío grande y muy sensible, pues en sus manos está la dignidad, la salud, los derechos, la seguridad e incluso la vida de niños que, sin dilación ni excusa alguna, deben ser protegidos con urgencia.

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Publicado por Editorial

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