Publicidad

Editorial
Sábado 22 de enero de 2022 - 12:00 PM

Viviendo al borde del abismo

Compartir
Imprimir
Comentarios

Compartir

A veces nuestra ciudad se vuelve un paisaje recurrente que hace invisibles los dramas en los que viven muchos de los ciudadanos con los que compartimos la vida diaria. Y eso es lo que está ocurriendo con la angustiante situación de 17 familias del barrio Nariño. Sus casas están apostadas en la ladera de la calle 20 con carrera 2 de Bucaramanga, y poco a poco se desboronan, producto de la erosión que registra la escarpa occidental de la meseta. Ante los ojos de todos, pero completamente invisibles.

Es inevitable el colapso. Poco a poco sus viviendas se han ido despedazando al ritmo en que la ladera se va derrumbando. Toda la cuadra está en peligro; un fuerte aguacero o las filtraciones que hacen inestable el terreno podrían traerse abajo toda la hilera de casas dispuestas frente al abismo. Y entonces vendrá la tragedia.

Por esta razón, la Alcaldía de Bucaramanga decretó la calamidad pública y les ordenó a los habitantes de esta cuadra evacuar de forma inmediata sus viviendas. Pero ellos se niegan, pues sencillamente no tienen a dónde ir.

Aunque el gobierno local les ha ofrecido subsidios para arriendo y opciones para acceder a viviendas en otros lugares, los habitantes de barrio Nariño no quieren evacuar. Quieren ver esas casas que prometen; tienen miedo de que no se les cumpla.

Ante los ojos de los demás es fácil decir “evacúen”. Son casas humildes, cuyo valor comercial seguro no será tan alto para muchos. Pero para estas familias son todo su patrimonio, son el marco donde han sucedido sus vidas y las de sus hijos. Es lo único que tienen. ¿Nos ordenan evacuar, pero para dónde?, es el lamento que se escucha entre los habitantes de estas calles que se hunden.

El llamado urgente es a evitar la tragedia y entregarles a estas personas soluciones concretas de vivienda, dignas, acordes con lo que significa para ellos dejar sus casas y su único patrimonio, que verán luego desplomado.

Esta realidad muestra uno de los grandes problemas de nuestra ciudad y nuestra área metropolitana: la construcción de vivienda en las escarpas, en terrenos que no son aptos para urbanizar. Si se detiene la marcha acelerada del día a día y se observa alrededor de Bucaramanga y su área metropolitana saltan a la vista centenares de viviendas construidas en terrenos inestables, la mayoría de ellas bajo el engaño de urbanizadores piratas que se aprovechan de la ilusión de muchos de tener un techo propio.

Hay que reconocer que esta administración y la Corporación de Defensa de la Meseta de Bucaramanga ha estado presta en los últimos meses a detener iniciativas de construcción en terrenos de la escarpa, y han podido detener diversas acciones de este tipo. Pero detrás de estos hechos se esconden realidades de personas humildes, que buscan desesperadamente un lugar donde anclar sus vidas.

Todos tenemos derecho a hacer realidad ese anhelo de tener una vivienda digna. Es deber de las administraciones procurar acciones tendientes a que cualquier persona pueda lograrlo, pero que se evite la tragedia en la búsqueda de ello. Hay que trabajar en reubicar a las personas que viven en alto riesgo y en evitar que se construyan más viviendas en zonas claramente inviables.

Elija a Vanguardia como su fuente de información preferida en Google Noticias aquí y únase a nuestro canal de Whastapp acá.

Publicado por Redaccion Editorial

Publicidad

Publicidad

Tendencias

Publicidad

Publicidad

Noticias del día

Publicidad